Bloodborne concluye con finales tan definitivos que hacen imposible una continuación directa
La obra maestra de FromSoftware, Bloodborne, no deja cabos sueltos en su narrativa, aunque lo haga a través del misterio. Sus tres finales posibles —Yharnam Sunrise, Honoring Wishes y Childhood's Beginning— representan rutas radicalmente distintas, todas con implicaciones tan profundas que una secuela directa resultaría incoherente.
En el final “Yharnam Sunrise”, el protagonista despierta en una aparente Yharnam tranquila al amanecer, sugiriendo que su pesadilla ha terminado. Este desenlace deja entrever una liberación definitiva del ciclo de horror y muerte, lo cual cierra la historia de forma tácita. Por otro lado, en “Honoring Wishes”, al derrotar a Gehrman, el jugador asume su puesto como el nuevo guardián del Sueño del Cazador, perpetuando un ciclo interminable pero que no permite nuevas aventuras sin repetir el mismo argumento.
El final secreto reescribe por completo las reglas del universo de Bloodborne
El final más complejo y revelador, “Childhood’s Beginning”, implica un giro total en la cosmología del juego. Al consumir tres cordones umbilicales y vencer a Gehrman, el jugador enfrenta a la Presencia Lunar y se transforma en una criatura cósmica, una nueva Gran Entidad. Este desenlace no solo marca el fin de la historia personal del cazador, sino el inicio de una nueva era para la humanidad, alejada de Yharnam y de todo lo que conocíamos.
Intentar continuar desde este punto sería prácticamente iniciar un juego completamente distinto. La atmósfera, enemigos, motivaciones y estética ya no tendrían vínculo real con el juego original. Sería una traición al tono lovecraftiano que se construyó tan cuidadosamente en Bloodborne. Un “Bloodborne 2” basado en esta premisa se parecería más a una nueva IP que a una secuela legítima.
La esencia de Bloodborne es irrepetible: ritmo, diseño y misterio en perfecta sincronía
Bloodborne se destacó por romper con la fórmula de Dark Souls mediante un ritmo mucho más agresivo, un sistema de combate fluido y un mundo oscuro profundamente influenciado por el horror cósmico. Estas características no son fácilmente replicables sin sentirse forzadas o recicladas. Una secuela que intente “modernizar” el juego podría terminar perdiendo precisamente lo que lo hizo especial.
Además, parte del encanto de Bloodborne es su misterio: fragmentos de historia dispersos, detalles escondidos, jefes opcionales con conexiones crípticas… El jugador sentía que descubría un mundo en ruinas, no que era conducido por una narrativa guiada. Una segunda parte, con la expectativa de “responder preguntas” o “expandir el universo”, correría el riesgo de desmitificar ese aura de terror existencial que tanto fascina a los fans.
La transformación del protagonista marca un punto sin retorno para la franquicia
En cualquier final, el cazador deja de ser humano: ya sea por redención, condena o ascensión. Esta evolución marca un punto sin retorno. No se trata simplemente de cambiar de personaje, como sucede en Dark Souls; es que el mundo mismo se transforma en algo que ya no admite otro relato igual.
Un nuevo juego tendría que partir desde una reinvención completa del mundo, incluso del sistema de juego. Los enemigos ya no podrían ser bestias infectadas, y el horror corporal tendría que dar paso a horrores metafísicos. Y entonces cabe preguntarse: ¿seguiría siendo Bloodborne? ¿O sería simplemente otro juego con tentáculos y sangre que intenta replicar un pasado glorioso?
Forzar una continuación es arriesgar la pureza de una obra que ya es legendaria
Bloodborne no necesita una secuela porque ya alcanzó el estatus de obra maestra sin necesidad de expansiones o spin-offs. Su mundo cerrado, su atmósfera densa y su narrativa abierta son precisamente lo que lo convierten en un clásico moderno. No se repite lo irrepetible.
En Mexgamer.com creemos que es mejor dejar intacto el legado de Yharnam. Aunque muchos jugadores deseen volver, lo cierto es que el viaje ya concluyó… y lo hizo de la forma más trágica y hermosa posible. Pedir un Bloodborne 2 es como querer una segunda parte de una pesadilla: si logras despertar, tal vez no debas intentar volver a soñar.